¿Cuáles son los principales tipos y categorías de deuda?, somos una gran cantidad de personas, por no decir la mayoría, que durante nuestras vidas, somos responsables de algún tipo de deuda.
Cada una de ellas, tiene sus propias consideraciones, orígenes y factibilidades, algunas son consideradas más ventajosas que otras.
Para tener una visión un poco más amplia, sobre las deudas personales, en las siguientes líneas, comentaremos sobre cuatro clasificaciones principales.
Donde incluiremos la deuda garantizada, la no garantizada, la rotativa y la deuda hipotecaria; mejor conocida esta última como hipotecas, además de algunos datos importantes sobre la deuda en general, que es muy beneficioso tener en cuenta.
TABLA DE CONTENIDO
¿Cuáles son los principales tipos y categorías de deuda?
Para adelantarnos a los detalles de las categorías de cada deuda, comentaremos que la deuda garantizada, es aquellas que requiere algún tipo de garantía.
Mientras que la deuda no garantizada, está basada exclusivamente en la solvencia del solicitante.
Las deudas rotativas no garantizadas, tienen su mejor ejemplo en las tarjetas de crédito; y las líneas de crédito en base al valor líquido de una propiedad, responden a las deudas rotativas garantizadas.
Las deudas enfocadas a ser apoyo para adquirir nuestra vivienda o bienes inmuebles; que a su vez representan la garantía, con plazos de pago entre quince y treinta años. Con tasas de interés muy favorables, son las hipotecas o deudas hipotecarias.
Deuda garantizada
Esta categoría, responde a cualquier tipo de deuda, caracterizada por contar con el respaldo de un activo de igual o mayor valor que el monto total adeudado, cuyo carácter es el de representar una garantía.
El prestamista o acreedor, realiza una concienzuda comprobación de crédito, con la finalidad de determinar un juicio sobre la responsabilidad con la que como prestatarios, hemos manejado en el pasado nuestras deudas.
Recibiendo un activo de valor, en la condición de prenda, para ser aplicado como reembolso; en la ocasión, que como deudores no podamos cumplir con el pago total del préstamo.
Dicha acción se conoce como embargo del activo, siempre y cuando se incumpla el reintegro total de la suma que hemos acordado como préstamo. El prestamista con todo derecho, tiene la opción de aplicar el embargo del activo.
Para visualizar más claramente este tipo de deuda, tenemos como ejemplo, el préstamo para adquisición de un automóvil, que es la situación más común de una deuda garantizada.
El funcionamiento radica, en que un prestamista nos provee del dinero necesario y suficiente, para que realicemos la compra; pero simultáneamente, existe una condición en la figura de cláusula, adicionando un gravamen o un reclamo de propiedad, sobre el título del automóvil.
Si se da el caso, que como compradores del automóvil no cumplamos con los pagos acordados, el prestamista aplica la clausula de embargo del activo, para nuestro ejemplo el automóvil.
Con el activo en sus manos, el prestamista puede realizar acciones comerciales, con el fin de recuperar sus fondos.
Como característica a destacar, las deudas garantizadas, suelen ofrecer tasas de interés bastante razonables, tomando como base la solvencia y el gran valor del activo en garantía.
Deuda no garantizada
Este tipo de deuda, a diferencia de la anterior, carece de cualquier figura como garantía. Es decir, no existen bienes o activos que garanticen el reintegro de los fondos prestado.
El respaldo que toma en cuenta el prestamista, cuando hace este tipo de préstamo, es la palabra en la solicitante; también conocida como la fe o confianza, en que como deudores tenemos la capacidad y la promesa para devolverle íntegramente el préstamo concedido.
Como prestatarios nos comprometemos, por medio de un acuerdo contractual, a reembolsar los fondos.
En la situación de presentarse incumplimiento del acuerdo, el prestamista tiene todo el derecho de asistir ante los tribunales competentes, para hacer el justo reclamo del dinero que le debamos.
No obstante, esta acción conlleva un gran costo para el prestamista, debido a ello, la deuda no garantizada, por lo regular, es ofrecida con tasas de intereses más altos.
Entre los ejemplos más conocidos de una deuda no garantizada, encontramos las tarjetas de crédito, los préstamos con firma, los contratos para las membresía a gimnasios, así como también a cuentas médicas o de servicios de salud.
Deuda rotativa
La categoría conocida como deuda rotativa, responde a un acuerdo realizado entre un prestamista y un consumidor cualquiera. Permitiendo que éste último, pueda solicitar dinero en calidad de préstamo, en forma recurrente y con el condicionante de un límite máximo.
Como ejemplos de la deuda rotativa, encontramos de nuevo a las tarjetas de crédito o a las líneas de crédito.
Recordemos que todas las tarjetas de crédito, cuentan con un monto total o saldo disponible, lo que llamamos el límite de crédito.
Como titulares de este producto crediticio, del tipo de deuda rotativa, somos libres de gastarnos la cantidad que deseemos; siempre y cuando esa cantidad sea por debajo del límite, hasta que lo consumamos por completo. O como sugieren los expertos, dejando un 30% de saldo disponible.
Las cantidades a pagar, por esta deuda rotativa son variables, ya que dependen del total de los fondos que nos den en préstamo, hasta el momento de facturar los gastos realizados.
La condición de garantía o no, presente en la deuda rotativa, se determina según el tipo de tarjeta otorgada, como por ejemplo: una tarjeta de crédito garantizada, o una línea de crédito en base al valor líquido de una propiedad.
Hipotecas
Como última categoría, y quizás el tipo de deuda más común, después de las tarjetas de crédito, tenemos las deudas hipotecarias o hipoteca.
En base a los activos o bienes que originan su aplicación, suelen ser las deudas más grandes que como consumidores o prestatarios tenemos.
Ya que, están dirigidas a la obtención de viviendas o casas, donde este mismo activo o bien, es considerado como la garantía.
En el mercado, encontramos muchas entidades que ofrecen estos créditos hipotecarios, bien pueden ser gubernamentales o del sector privado, cada una con requisitos y condiciones propias, inclusive hasta objetivos muy propios.
Como por ejemplo, las soluciones habitacionales, impulsadas por entidades del gobierno, con términos y condiciones muy favorables para quien las percibe, pero algo complejas de obtener.
La mayoría de las hipotecas o deudas hipotecarias, por lo general, son ofrecidas con tasas de interés, mucho más bajas que cualquier otro producto crediticio, ofrecido a los consumidores.
Adicionalmente, estos intereses son deducibles de los impuestos, otra de las características relevantes, es que debido al gran valor de los montos en calidad de préstamos, el tiempo o plazos para su reintegro es bastante amplio.
Los créditos hipotecarios, suelen conceder entre quince a treinta años para su devolución completa, con el fin que los montos o cuotas mensuales, sean factibles y asequibles para todos los que recurrimos a este tipo de deuda para adquirir nuestra vivienda.
Información importante
No podemos despedirnos, sin comentar que una deuda, es una obligación que contraemos cuando pedimos algo, en base a comprometernos a devolverlo, cumpliendo con las condiciones, términos o simplemente acuerdos, que hemos pactado previamente.
Con más precisión en el concepto, la deuda responde a la obligación de devolver el capital asignado, cumpliendo con el plazo acordado, además del tipo de interés fijado.
Mientras que el monto de cantidad adeudada, significa la suma del capital pedido y obtenido, más los intereses que den a lugar.
Para el ente que nos concede el préstamo o deuda, este producto conlleva un riesgo, el cual es determinado por varios factores y que están en función del tiempo en el que recupera su dinero, o inversión si tomamos en cuenta los intereses que obtendrá.
Y para nosotros como beneficiarios del préstamo o deuda, representa un compromiso u obligación, que debemos cumplir según los términos acordados.